En Alajuela, diagonal a la iglesia de La Agonía encontramos una heladería mexicana que nos encantó y queremos contarles por qué.
Empiezo por decir que de primera entrada se percibe un ambiente agradable, muy limpio y ordenado, y eso invita no solo a entrar al local, sino a quedarse.
En segundo término, a los 30 segundos de haber llegado notamos que quien atendía no era un dependiente cualquiera, sino alguien realmente comprometido con el servicio, y cómo no, si el mismo dueño es quien atiende el negocio; él, sus hijos y su esposa.
Don Luis Alcázar llegó hace varios años a Costa Rica, luego de vivir muchos otros en Estados Unidos, pero en realidad es mexicano. Básicamente nació aprendido en el arte de hacer helados, porque sus abuelos ya eran parte de la tradicional heladería michoacana.
En Michoacán, tierra de agricultores, surgió la necesidad de abrir nuevos mercados y no depender únicamente de la tierra, y entonces una familia ideó elaborar nieves y paletas que con ayuda de familiares empezaron a distribuir a lo largo del pueblo, en cajas de madera. Y así se extendió el negocio, entre familiares, parientes y amigos muy cercanos a los pioneros. Hoy hay locales en todo México, Estados Unidos, Centroamérica y, al parecer, ya alguien abrió una de estas heladerías en Europa.
En Costa Rica, la única heladería de tradición michoacana, es Tocumbo, nombre del pueblo donde se originaron las primeras recetas. Aquí todos los helados son artesanales, elaborados con productos locales, 100% libres de gluten, bajos en grasa y bajos en azúcar.
Probamos como 20 sabores y todos nos sorprendieron. Hay en leche, en agua y con licor (solo para mayores de edad). Los de leche, por ejemplo, ofrecen combinaciones únicas, como ceniza de coco y menta, naranja con chocolate y maní con mermelada de fresa. Con un poco de desconfianza nos atrevimos a probar el de Aguacate y sí, nos gustó bastante.
Las paletas se presentan en dos tamaños, y la cantidad de sabores y mezclas son muchísimas. Las pequeñas son ideales para niños o bien para llevar varias y compartir. Las grandes, además de deliciosas, son lindísimas, porque tienen colores naturales y algunas tienen frutas en su interior.
Y bueno, para quienes son más atrevidos y ya superan los 18 años, hay paletas con licor, exquisitas, con sabores tales como baileys, mojito, tequila, piña colada, entre otras, ideales para llevar a una fiesta, por ejemplo.
Hay muchas opciones para probar. Son productos honestos, con ingredientes naturales y recetas originales. En estas tardes de verano darse la vuelta por Tocumbo bien vale la pena. Es una gran oportunidad de disfrutar la tradicional heladería michoacana en nuestro país y acercarnos a la hermosa cultura mexicana.
¿Quién más se atreve a probar el helado de aguacate en leche?